Lo político tras la primera vuelta de las elecciones 2017
- El lado V
- 22 nov 2017
- 4 Min. de lectura
El siguiente articulo es gentileza de Manuel Rauch, presidente de la FEUACH.

Un hecho objetivo, en términos de participación, es que no hay modificación del escenario de abstencionismo en el que se encuentra Chile hace ya varios años. Sin embargo, atribuir dicha abstención a un solo elemento sería reduccionista. Probablemente hay tantos motivos para ausentarse de estos procesos como individuos existen. Desde otra perspectiva, cuando analizamos lo resultados generales, hay varios elementos que podemos indagar de manera precisa y que muestran luces sobre la dirección que muchas y muchos chilenos estamos dispuestos a darle a nuestro país. En ese sentido, si hacemos una comparación de los resultados de estas elecciones, con las del año 2013 podemos observar que, en esas elecciones, durante el balotaje, Evelyn Matthei obtuvo una votación similar a la que obtiene en la primera vuelta 2017 el abanderado de Chile Vamos, Sebastián Piñera. Y entonces, ¿Por qué con esa votación hoy Piñera lidera la primera vuelta? Probablemente la respuesta está dada en el fenómeno generado por el enfrentamiento protagonizado por las coaliciones Fuerza de Mayoría (FM) y Frente Amplio (FA). A modo de análisis preliminar, tenemos que Michelle Bachelet, durante las elecciones 2013, obtiene más de 3 millones de votos y, si hacemos una valoración de lo ocurrido en la primera vuelta 2017, la suma de la votación de FM y FA suman prácticamente esos 3 millones que obtuvo Bachelet en las elecciones pasadas. El ejercicio que hago deriva, por obligación, en recordar que en su momento la Nueva Mayoría generó un programa que contenía, a modo de titulares, las sentidas demandas de quienes se movilizaron por educación pública, gratuita y de calidad durante el gobierno de Sebastián Piñera.
Visto aquello, podemos volver a la suma o, mejor dicho, a la división de las votaciones FM y FA. En términos concretos, nos encontramos frente al fenómeno en que quienes se movilizan y sueñan por y para tener un Chile que asegure derechos sociales, han encontrado un nuevo domicilio político que representa genuinamente sus demandas. Y esto tiene sustento. Por un lado, el Frente Amplio incluyó en su programa las demandas de los movimientos sociales que le han dado vida a las grandes movilizaciones que hemos vivido en el país durante los últimos años. Ahí se encuentran la demanda por terminar con la educación de mercado, el CAE y la deuda educativa; la supresión de las AFP, el fin a las ISAPRES y el fin de la violencia patriarcal contra las mujeres. Nuevamente podemos volver a los números para dar sustento a lo que menciono. El dato cuantitativo más reciente, proveniente de un movimiento social, es el número de personas que se movilizaron durante el plebiscito organizado por la coordinadora No+AFP a fines de octubre. En el plebiscito No+AFP participaron prácticamente 1 millón de personas, ese número se asemeja a la cantidad de votos obtenido por Beatriz Sánchez, ¿No? Entonces podemos aseverar que tenemos un Frente Amplio que se constituye como un nuevo actor político emergido a partir de los movimientos sociales y que por tanto recoge sus programas de cambio por completo.
Lo anterior suena esperanzador para quienes buscan barrer con el neoliberalismo en Chile, sin embargo, tenemos que el Frente Amplio no logró avanzar a una segunda vuelta contra Sebastián Piñera. ¿Significa eso abandonar las banderas de lucha y entregar el voto al típicamente denominado “mal menor”? Por ningún motivo. Mi lectura es que el 20,3% de votos obtenido por el Frente Amplio, que sin duda Alejandro Guillier ansía sumar en segunda vuelta, le da a la coalición reformista la posibilidad de exigir un compromiso al candidato de Fuerza de Mayoría en el que se asegure que las demandas de los movimientos sociales serán agregadas a su programa, modificando obligatoriamente dicho documento que, al día de hoy, solo es una herramienta que busca regular, mas no eliminar, el mercado en los derechos sociales. Solo con eso, el Frente Amplio podría convocar a sus votantes a participar de la segunda vuelta apoyando a Guillier. Conociendo la trayectoria de la Concertación -hoy Fuerza de Mayoría-, probablemente no se llegue a concretar dicho compromiso. Y como alternativa plantearán al espectro votante el chantaje político del “todos contra Piñera”, frase totalmente vacía de contenido pues es sabido que, sin los puntos nacidos desde el movimiento social, tanto FM como Chile Vamos, tendrán como primera preocupación la mantención y perfeccionamiento del funcionamiento del mercado como regulador de los derechos sociales; tal y como sucedió durante el gobierno supuestamente reformista de Michelle Bachelet -ver caso de la reforma educacional o de la reforma tributaria, por ejemplo-. En ese sentido, si la única respuesta que obtiene el Frente Amplio y los movimientos sociales es el chantaje, lo que debe primar es la autonomía política y social respecto de ambas fuerzas de la transición, y plantearse desde ya como oposición a cualquiera de los dos candidatos que termine llegando a La Moneda, utilizando tanto los escaños parlamentarios obtenidos como la movilización social.
A modo de conclusión y tomando en cuenta lo que expongo en esta opinión, tenemos que estas elecciones marcan un antes y un después en el escenario político chileno, en el que probablemente la Concertación y su añejo clivaje “democracia versus dictadura” desaparezcan, dando paso a un nuevo ciclo en el que se abre el clivaje democracia con derechos sociales, representado por el Frente Amplio, contra una democracia solapada, en que el rector sigue siendo el principio neoliberal, representado tanto por Chile Vamos como por Fuerza de Mayoría. En este nuevo clivaje, sin duda, el rol de los movimientos sociales es el más relevante. Durante este ciclo político éstos deben ser capaces de dirigirse hacia la conquista de esa nueva forma de concebir la democracia, con derechos sociales asegurados por el Estado. Y esa lucha debe darse tanto desde las calles como intentando incidir en el escenario político en donde se vayan a tramitar estas demandas, utilizando a su favor uno de los grandes triunfos del FA: los 21 escaños parlamentarios conquistados. Para terminar, quiero mencionar que sin duda queda mucho por recorrer en este camino, sin embargo, aunque ese camino sea pedregoso, existen muchas posibilidades de inaugurar un nuevo Chile, uno más justo, equitativo y democrático.
Комментарии